Poemas de Amor cortos y bonitos para cartas o WhatsApp que enamoran ¡asegurado!
Los poemas de amor, delicadas expresiones de sentimientos profundos, son versos tejidos con pasión y ternura que trascienden las barreras del tiempo. Son susurros poéticos que capturan emociones inefables, pintando con palabras los matices del corazón.
Estos versos de amor, cuidadosamente elegidos, poseen la magia de comunicar lo inimaginable, de evocar sonrisas y lágrimas, de unir almas enamoradas en un abrazo literario.
Poemas románticos de autores reconocidos, perfectos para dedicar o regalar a un ser querido y amado. Incluso para usar en invitaciones de boda, o compartir en fotos de Instagram, pues algunos son poemas de amor cortos.
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15 Poemas de amor para dedicar
Para esta lista no hemos seleccionado poesías de amor cualesquiera, sino las mejores. Versos de amor reconocidos por ser realmente románticos, bonitos y emotivos, que tratan sobre el amor y el romance, aunque también sobre el desamor.
Estos poemas de amor con autor y título son ampliamente reconocidos por su belleza y su capacidad para expresar los sentimientos más profundos del amor.
Son poemas de amor famosos y están recogidos en muchos libros de amor, poesía y rimas. Cada uno de ellos ofrece una perspectiva única sobre el amor y las emociones que lo acompañan.
Poemas de amor cortos
En esta primera sección, encontrarás poemas cortos de amor, más fáciles de enviar en un mensaje de WhatsApp o de escribir en una carta de amor. Adecuados como poemas de amor para enamorar, ya sea en la distancia o en la cercanía.
Me encanta verte sonreír,
me encanta cuando puedo
abrazarte,
me encantan tus besos,
tus caricias,
y sentir el calor
de tus manos…
Me encanta
tenerte en mi vida.
Me encantas – Jairo Guerrero
Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón;
pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor.
Amor eterno – Gustavo Adolfo Bécquer
Amo, amas,
amamos, amáis,
aman.
No pido nada.
No pido nada.
Sólo espero
que una onda de amor
que no has sentido nunca
vaya a detenerse a tus pies.
Amo, Amas – Octavio Paz
Tú eres mi bien y mi mal
te amo
y en mi amor, invento la sal
te amo
no sé quién eres ni cómo
te amo
ni esto es amor ni es deseo
te amo
no eres la luna ni el sol
te amo
pero el amor que invento
te amo
es lo que me salva o me pierde
te amo
hoy mismo
aquí ahora
te amo.
Te amo – Mario Benedetti
Como tú
ninguna.
Como tú, amor.
Que me quemas
y me hieres,
y me atas
y me matas.
Como tú.
Ninguna.
Ni ayer,
ni mañana,
ni en la vida,
ni en la muerte.
¡En la vida y la muerte
ninguna
como tú!
Como tú – León Felipe
Si te gustan los poemas sobre la vida, el amor y la muerte, te recomendamos nuestras Reflexiones sobre el Día de Muertos y la Vida.
Amor, amor, un beso, un beso, dame
un beso, y otro beso, y otro beso
y otro, y otro, y otro beso, y dame
un beso, y otro beso, y otro beso.
Dame un beso, y otro beso, dame un beso,
y otro beso, dame otro, y dame un beso,
y dame otro beso, y otro beso,
dame un beso, y otro beso, dame un beso.
Amor – José Martí
No te amo como si fueras rosa de sal, topacio
o flecha de claveles que propagan el fuego:
te amo como se aman ciertas cosas oscuras,
secretamente, entre la sombra y el alma.
Te amo como la planta que no florece y lleva
dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo
el apretado aroma que ascendió de la tierra.
Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde,
te amo directamente sin problemas ni orgullo:
así te amo porque no sé amar de otra manera,
sino así de este modo en que no soy ni eres,
tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía,
tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.
Soneto XVII – Pablo Neruda
Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy.
El río anuda al mar su lamento obstinado.
Abandonado como los muelles en el alba.
Es la hora de partir, oh abandonado!
Sobre mi corazón llueven frías corolas.
Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos!
En ti se acumularon las guerras y los vuelos.
De ti alzaron las alas los pájaros del canto.
Todo te lo tragaste, como la distancia.
Como el atún, el infinito, el grito.
Era la alegría, era el dolor. Me acecha todavía.
No te vas a morir. No te vas a morir.
Tú, oscura, eres memoria de los vivos, resonancia
de los pies que tocan en la muerte y el soplo.
La canción desesperada – Pablo Neruda
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.
Soneto XXIII – Garcilaso de la Vega
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso lisonjera;
mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama el agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas, que humor a tanto fuego han dado,
medulas, que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
Amor constante más allá de la muerte – Francisco de Quevedo
Tus ropas caen lentamente
sobre el regazo que la brisa
forma en el lecho;
y en torno tuyo, la penumbra,
como abrazada a tu figura,
comienza a arder en sutil llama viva.
Te quiero – Luis Cernuda
Poemas largos de amor
Sin embargo, si lo tuyo es ser un romántico/a, los poemas de amor largos dejan marca. Son geniales como poemas de amor para mi novia, novio, esposa o esposo, para compartir con esos amores eternos y para siempre.
Para aquellos enamorados que han pasado por muchas épocas, buenas y malas, y aun así se siguen amando.
Enamórame con besos,
por favor,
con muchas cosas dulces
y si puede ser, con música.
No debes enojarte
si llego tarde,
ya sabes cómo es el tráfico.
Enamórame con miradas,
con libros, con palabras
hasta con el silencio.
Enamórame en los días
nublados,
en el coche, en el cine,
en la cama.
Si tomo una decisión
equivocada
y digo una palabrota,
enamórame.
Si dejo los zapatos
tirados
y no contesto al teléfono,
enamórame.
Si me noto cansado
y estoy de un humor
de perros,
enamórame.
Si después de un día
horrible
me preguntas si te quiero,
enamórame.
Enamórame – Mario Benedetti
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Poema XX – Pablo Neruda
Quiero que sepas una cosa.
Tú sabes cómo es esto:
si miro la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si toco junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.
Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.
Si de pronto me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.
Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.
Pero si cada día,
cada hora,
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable,
si cada día sube una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.
Si tú me olvidas – Pablo Neruda
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y, otra vez, con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquéllas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres…
esas… ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aún más hermosas,
sus flores se abrirán.
Pero aquéllas, cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día…
esas… ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido…; desengáñate,
¡así… no te querrán!
Rima LIII – Gustavo Adolfo Bécquer
Me fui adiós
ojos de mi casa
ojos de mi almohada
ojos de mi cuaderno
y de mi soledad.
Un hijo de tu cara
un ángel de tu espalda
nada más que tu hijo
te arranca la mirada.
Me fui adiós
ojos de mi guitarra
ojos de mi pañuelo
ojos de mi patrulla
de mi guante y mi sal.
Me fui adiós
ojos de mi corazón
me fui adiós.
Y tú
llorarás por mí
sangre adentro
toda
corazón afuera
todo.
Me fui adiós
pupila de mi sonrisa
pupila de mi camisa
pupila de mi corbata
pupila de mi pañuelo.
Tu mano en mi pupila
la soledad que aumenta
tu mano en mi pupila
y la noche suelta.
Y tú
me buscarás por dentro
y no me hallarás
me buscarás afuera
y no me encontrarás.
Me fui adiós
ojos de mi balcón
ojos de mi espalda
ojos de mi camino
y de mi sufrir.
Pupila de mi llanto
pupila de mi cama
pupila de mi puerta
de mi reloj y mi mano.
Me fui adiós
ojos de mi estampa
ojos de mi almohada
y de mi música.
No me quieras llorando
quiero que te rías
te acordarás de mí
y te rías
quiero verte riendo
quiero que me recuerdes
sin pena
quiero verte riendo
te acordarás de mí
y sonreirás.
Poema de la despedida – César Vallejo